Una vuelta por Barrio “Las
Peñas”, el barrio de los artistas
Por MarcozMorocho
Eran las 13:00 del viernes 4 de abril del año en curso. Había quedado
con unos compañeros del curso de nivelación para ir al malecón y pasar la tarde
tomando fotos. Había llevado mi cámara cargada y lista para la acción. Hicimos el
recorrido hacia el Barrio “Las Peñas”, que estuvo lleno de paradas para hacer
tomas, conversar, descansar y claro recuperar fuerzas comiendo algo. Acordamos
subir las escalinatas pero al final nos ganó el cansancio y decidimos mejor ir a
Puerto Santa Ana.
Mientras íbamos por el camino, estrecho y empedrado del Barrio Las
Peñas, tan parte de nuestra identidad como guayaquileños, buscaba un buen lugar
para tomar fotos; y, como ya había estado ahí un par de veces antes, conocía
ciertos lugares en donde se montan exposiciones pictóricas aunque, para mi
sorpresa, encontré un lugar que tal vez en mis anteriores travesías por esa
calleja no había tomado en cuenta.
He ahí que, de pronto, al interior de una casa veo a un hombre que, sentado,
pintaba. Alrededor suyo había varios cuadros. El impulso del momento fue
acercarme para hacerle una toma. Me dirigí al inmueble en donde estaba él y,
desde la entrada, pregunté si le molestaría que le tomase unas fotos. El hombre,
de manera muy amable, me dijo que entrase no más y que tome las fotos. Así lo
hice y una vez dentro me propuse retratarlo mientras trabajaba en aquel cuadro.
Algo dentro de mí me decía: “Me gustaría contar la historia de esta persona y
lo que hace”.
Justo en ese momento llegaron también mis compañeros y le pregunté al
pintor si le molestaría que le hiciese algunas preguntas. Sin dudarlo me dijo
que “claro”, que “no había problema”. Busqué un cuaderno y una esferográfica y él,
con la misma amabilidad de momentos atrás, nos ofreció unos asientos para
comenzar nuestra pequeña pero interesante charla.
Lo primero que le pregunté fue que en dónde estábamos –por mi falta de
observación, antes mencionada, no me había
dado cuenta de que había entrada en un estudio de arte que lleva el mismo
nombre de su propietario: “Christian Moreano”. Respondida esta inquietud, pregunté
a mi interlocutor por su nombre, edad y ocupación. Este pintor se llama Gunther
Córdova, tiene 36 años y, aunque es diseñador gráfico de profesión, trabaja a tiempo
completo pintando al óleo.
La informal entrevista devino en amena charla en la cual nos
conocimos mejor. Gunther nos preguntó si esto era algún deber para la universidad.
Le respondí que no, que sólo pasaba por
ahí, que le vi por casualidad y que me interesó saber qué hacía y porqué lo hacía.
Nos preguntó de qué universidad éramos y, muy orgullosamente, dijimos que de la
Universidad de las Artes.
Nos comentó que, normalmente, son los estudiantes de Bellas Artes quienes
van por ahí para hacer lo mismo pero como tarea. Le pareció bueno que jóvenes
como nosotros tengamos iniciativa por las artes y que exista esa oportunidad
para estudiarlas ya como carrera.
Indagué más sobre su pintura. Nos explicó muy claro que él se dedica al
Arte Geométrico, también conocido Arte Persa. Nos dijo que para terminar una
pintura el tiempo más corto es un mes. Luego nos habló un poco de Picasso.
Sinceramente, me sentí fascinado por la forma en cómo nos hablaba sobre pintura
pues nos enseñaba como si fuera uno de nuestros maestros. Aprendimos que
Picasso, a quien se lo conoce por sus obras abstractas, había comenzado su
propio estilo al unir el cubismo con técnicas pictóricas de los egipcios. Nos
comentó que en sus ratos libres es caricaturista y muralista.
Hubo una frase que hizo que mi interés salte aún más: “El artista no
necesita un reconocimiento para ser artista”. Algo que Gunther asume al no participar
mucho en eventos artísticos; sólo ha participado en dos y próximamente enviará
una de sus obras a la Bienal “Luis Noboa
Naranjo”.
Otra de sus afirmaciones fue: “El artista no se debe basar en
conceptos”; alegando que éste ha sido uno de los temas más polémicos, tanto
entre los artistas plásticos contemporáneos como en los artistas plásticos
clásicos. Mis compañeros y yo escuchamos con atención todas las sentencias y
argumentos esgrimidos por Gunther.
Nuestro interés fue tal que la galería, que estaba en ese momento
estaba cerrada al público, se abrió para que pudiésemos ingresar a ver los
trabajos, permitiéndoseme tomar unas cuantas fotos; lo cual es algo estrictamente
prohibido, pero que por ser nosotros y por el interés demostrado nos fue dado.
Disparé mi cámara mientras Gunther nos explicaba la diferencia entre
pintar al óleo y hacerlo con acrílico. Luego de esto regresamos a nuestro improvisado
salón de clases para seguir aprendiendo. De esta segunda parte de la
conversación resalto la manera en que nos fomentó la lectura al decirnos que “para
saber y poder criticar primero debes leer y saber.”
Uno de mis compañeros lo invito a UARTES para que curse estudios en su
rama, y él nos contestó que no podría hacerlo ya que se la pasa ocupado la
mayor parte del tiempo. Por mi parte, conociendo que uno de los propósitos de
la universidad es entregar titulaciones honoríficas a artistas con trayectoria o
con un conocimiento superior, lo invité a que se dé una vuelta por las oficinas
de información.
Intercambiamos nuestros nombres y datos de contacto (algo que por la emoción
del momento habíamos dejado de lado en un principio) y nos despedimos.
Me fui satisfecho a Puerto Santa Ana. El haber conocido a esta persona,
que tan desinteresadamente nos atendió y brindó unos minutos de su preciado
tiempo, nos permitió conocer más sobre el arte de la pintura y, sobre todo, lo que
implica ser artista.
La pasión de Gunther Córdova por el Arte influye mucho para que demos
lo mejor de nosotros y en el futuro ser verdaderos artistas que, en nuestro momento,
inspiraremos a la juventud por tan grato camino.
Luego mis compañeros hablaron con furor de las materias y de lo aprendido
en la primera semana del curso de nivelación en UARTES; mientras, yo empezaba a
redactar esta nota.
Fotos por Marcos Morocho & Marco Crespo
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